Uno de los placeres al ver a un niño es cuando está riendo. Todo en él es inocente. Su risa es verdadera. Auténtica. Contagiosa. Intentad ver el siguiente vídeo sin esbozar ninguna sonrisa tímida. Imposible. Su padre está muerto de la risa de verlo así. A cada tontería o sonido que el padre le hace, el rubio le devuelve una risa maravillosa. Parece, en ocasiones, que no va a poder reír más. Que le falta el aire...Pero él espera con devoción a que su padre vuelva a hacer algo. Incluso termina de reír de sopetón y explota de nuevo en un segundo. Podría estar así, mirándolo, una y otra vez. Pero he llorado tanto de risa que creo que me puedo partir por la mitad... Aunque no me importaría morirme de risa. Sería una muerte "descojonante"...jajajajajaja.
¿Os habéis podido aguantar?