El otro día escuché en la SER la siguiente frase: "la reconocida autoridad del mundo educativo, José Antonio Marina..." Y me hizo mucha gracia. Los medios de comunicación en España acostumbran a encumbrar a aquellas personas que dan su opinión cada vez que se les llama. No voy a discutir si este caballero es o no es una autoridad, desde luego, sale mucho en las radios y televisiones, pero no lo leo en revistas científicas de educación.
Parece como si se necesitara que alguien diera su opinión para formarnos la nuestra y siempre hay alguien dispuesto a asumir ese papel. Lo malo es que el que opina se ve obligado a hablar sobre lo que se le pregunte y así hemos oído a J.A.M. opinar sobre el amor, la sexualidad, el bullying, el síndrome postvacacional y si me apuras seguro que algún día comenta cuál es la mejor manera de hacer una paella.
Desgraciadamente no es el único, las tertulias están llenas de "expertos con opinión sobre todo pero que profundizan en la nada".
Por cierto, aunque es funcionario docente, Marina cobra por sus conferencias y libros, le supongo en excedencia, así que de ser autoridad docente lo será en excedencia.