Terminó extasiada. Casi con síntomas de deshidratación. La boca la tenía seca y no podía articular palabra alguna. Se sintió victoriosa pero débil. Aquello no era humano...Castigo divino por existir, eso es lo que ocurre en la vida. Tienes que pagar un pasaje que te hará recorrer, por algunos días, más metros en este lugar terrenal.
Terminó exhausta. Con la cabeza loca y la mano derecha dolorida. Tuvo que luchar con elementos demasiado grandes para su persona. Tuvo que insistir una y otra vez en rematar la faena. El enemigo no era invisible pero sí pequeño. Sin embargo, estaban unidos y eso era demasiado para ella.
Terminó por fín, ese día. Y eso le daba una sensación de paz y unos días de supremacía.
Terminó Agata de planchar todo lo que no planchó en días...y suspiró por
un buen té helado. Eso sí...tenía que tender lo que en la lavadora
había: futuros enemigos mojados.