Sí, ya sé, es el transporte más seguro, los accidentes son anecdóticos y es uno de los mayores progresos del hombre moderno. Todo eso lo sé, pero no puedo evitar tener pánico al despegue. A que mis pies dejen de sentir la tierra debajo. Creo que seguramente sea porque mi cercanía con los primates es mayor que la de los demás. Estoy convencido de que nuestros primos tienen este como uno de sus principales temores, imagínense caer de un árbol cuando sólo te agarras de la cola.
Así que cada vez que tengo que embarcarme me encomiendo a todos los santos y por mi cabeza pasan todo tipo de desastres. Para colmo, me enganché hace poco a un documental llamado "Catástrofes aéreas", de National Geographic. Curiosidad morbosa, digo yo.