sábado

Hola




Hacía tiempo que no me paraba a hablar contigo. Y eso que te he visto mucho. Muchísimo. Hubo un momento de mi vida en que no te reconocía. Como por ejemplo cuando te enfadabas por tonterías. O cuando eras tan orgullosa que no dabas tu brazo a torcer. Siempre era la otra persona la que se desesperaba. No. No debías sentirte orgullosa de eso. Y menos cuando ahora lo ves en la distancia.
También te he visto sufrir mucho. Por causas ajenas a ti. Por muertes de familiares. Por tu trabajo.
Recuerdo que tu infancia no fue muy fácil. Te cobijaste en historias imaginarias. Donde príncipes te rescataban y te llevaban a palacios llenos de vestidos preciosos. Todos para ti.
No sabías qué querías ser de mayor porque me decías que no había nada especial que quisieras ser. Bueno, sí. De pequeña siempre te pillaban siendo la maestra de todos tus muñecos. Pobrecitos. Les pegabas unos gritos por no hacer las tareas...
En el tema del amor siempre te imaginabas al chico más guapo. Y se te declararon muchos. Pero tú seguías sin enamorarte. Tú decías que cuando te enamoraras lo notarías porque no podrías despegar los ojos de él. Y así pasó...
Así, que ahora que te veo al cabo del tiempo, te digo que me gusta lo que veo. Tu cara es la de una mujer que está feliz. Que sabe lo que quiere. Que no quiere que nadie sea orgulloso. Que intenta no enfadarse por tonterías...Que está disfrutando de la vida. Te has convertido en alguien que es capaz de hacer cosas que no te sentías capaz de imaginarlas cuando eras adolescente.
Ahora que te veo en el espejo me gusta mucho lo que veo. Me gusta mi reflejo.
Foto del Flickr. Autor: Mr. Teklan.