sábado

Me falta un tornillo


Hoy he descubierto que no se puede ir en hora punta a comprar en una ferretería. Y es que te puede pasar lo que nos ha ocurrido hoy.
Vamos a comprar y nos encontramos en el mostrador con dos expertos ferreteros, un chico y una chica. Pero la terrible casualidad me lleva a comprobar que los dos están vendiendo lo mismo a dos clientes diferentes: tornillos.
Pero no, no vienen por dos tornillos y dos arandelas. No. Cada uno pide unos 100 tornillos (que digo yo que para qué quiere uno tanto tornillo y que digo yo que para qué quieren dos personas a la vez tanto tornillo) Y ahí que están las dos criaturas despachando lo que les han pedido. Cuenta que te cuenta. Uno de los clientes que se lo piensa mejor (después de haber contado 100 hermosos tornillos dorados) y pregunta (sin ningún tipo de remordimiento o de sentido común) si es que no los tienen un poco más pequeños...El dependiente (que tiene cara de haber contado miles y miles de tornillos a ejemplares como el que describo) pone cara de póker y le dice que NO.
Lo mejor, en dicha ferretería tienen un bar dentro. Sí, un bar. Para que te tomes tus loros antes de pedir al dependiente de la tienda 100 tornillos para que no te falte ninguno...España cañí.