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Me gusta arreglarme yo el pelo. Sin embargo, cada cierto tiempo, voy a la peluquería. El otro día, sin ir más lejos.
Llamo antes por teléfono para reservar hora.
-J.Hola. ¿Puedo ir esta tarde para darme el tinte, cortarme y peinarme?
-Claro.
-¿A qué hora voy J.? Mira que no me gusta esperar mucho. Prefiero que me digas una hora en la que no tardes mucho en cogerme?
-Vente a las cinco de la tarde.
-Vale. Nos vemos luego.
Llegué a las cinco menos diez. A las seis de la tarde me sientan en el sillón para que me den el tinte. A las siete menos veinte me empiezan a poner el tinte. A las siete y media me lavan la cabeza. A las ocho y diez empiezan a cortarme el pelo. A las nueve menos cuarto ya tengo el pelo seco y estoy peinada...
CUATRO HORAS.
Empiezo a recordar por qué odio las peluquerías...
Foto del Flickr. Autor: Bartes Citizen.