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Si se recorre un poco del territorio patrio puede uno darse cuenta de que prácticamente todos los ayuntamientos de mediano y pequeño tamaño han apostado por crear un parque logístico y comercial a las afueras de su población. Casi todos vacíos y desiertos. Visto que la construcción ya no es la gallina de los huevos de oro, se han lanzado a por las empresas. Vamos a intentar que un Ikea se instale allá donde el corral de Marcelino, o quizás un Decathlon en el trigal de Juan Antonio.
Ea, expropiamos terrenos aquí y allá, les ponemos unas pomposas banderitas en los límites y un nombre rimbombante tipo "Mega park: parque de ocio, comercial y logística".
Lo malo es que se les ha ocurrido a todos a la vez y las empresas no son tontas. Así que el corral de Marcelino se fue al garete, y en su lugar crecen yerbas y jaramagos alrededor de un pendón de cinco metros.
Así funciona la administración, cada uno por su cuenta.