domingo

Centro de Oportunidades

Ahora mismo lo que menos tenemos son oportunidades.
De decidir, de sobrevivir, de tener la nevera llena, de estudiar, de sanar...
Ahora más que nunca nos aferramos a todo lo que lleve la palabra oportunidad. Anuncios, centros comerciales con ofertas, tiendas especializadas en darnos lo que los políticos no pueden.
Nos gusta aprovechar todo lo que esté bien de precio, todo lo que antes nos costaba más y ahora mucho menos. Pero eso me suena a treta comercial. Nos quieren tener contentos con ciertos precios, con ciertos productos, con nada que requiera esfuerzo.
De qué me sirve comprar unos zapatos monísimos de la muerte a 10 euros que antes costaban 100 si yo nunca compraría esa clase de zapatos. Incómodos, poco ponibles, altos, deamasiado brillantes...
Yo ya no quiero oportunidades para mí. Ya las tuve y algunas me salieron más rentables que otras. Siempre con mucho trabajo, algo de sufrimiento y una pizca de suerte. Nadie me regaló nada y por ello tampoco quiero que se lo regalen a mis hijos.
Eso sí, quiero que ellos tengan las mismas oportunidades que yo.
¿Cómo puedo decirles que no las van a tener? ¿Con qué cara me siento con ellos y les digo que estudien lo que estudien no van a trabajar? Me dirán que qué hemos hecho los adultos. Que qué mierda de futuro les hemos dejado. Me dirán que cómo van a ser ellos los encargados de solucionar la mierda que tenemos encima si...no tienen OPORTUNIDADES.
Quiero que sean felices y para serlos tienen que estar seguros de que conseguirán lo que se propongan.
A cualquiera pongo por testigo que ningún político merece mis respetos. Confié en ellos, en su sabiduría. Creí que depositando un papel en una urna iba a conseguir que gobernara el mejor.
Me equivoqué.
Pero no permitiré que mis hijos se equivoquen.

sábado

Algunos consejos de Baltasar Gracián (S XVII)

Todo está ya en su punto, y el ser persona en el mayor. Más se requiere hoy para un sabio que antiguamente para siete; y más es menester para tratar con un solo hombre en estos tiempos que con todo un pueblo en los pasados.
 Genio e ingenio. Los dos ejes del lucimiento de prendas: el uno sin el otro, felicidad a medias. No basta lo entendido, deséase lo genial. Infelicidad de necio: errar la vocación en el estado, empleo, región, familiaridad.
Hombre en su punto. No se nace hecho: vase de cada día perfeccionando en la persona, en el empleo, hasta llegar al punto del consumado ser, al complemento de prendas, de eminencias. Conocerse ha en lo realzado del gusto, purificado del ingenio, en lo maduro del juicio, en lo defecado de la voluntad. Algunos nunca llegan a ser cabales, fáltales siempre un algo; tardan otros en hacerse. El varón consumado, sabio en dichos, cuerdo en hechos, es admitido y aun deseado del singular comercio de los discretos.
 Fortuna y Fama. Lo que tiene de inconstante la una, tiene de firme la otra. La primera para vivir, la segunda para después; aquella contra la envidia, esta contra el olvido. La fortuna se desea y tal vez se ayuda, la fama se diligencia; deseo de reputación nace de la virtud. Fue, y es hermana de gigantes la fama; anda siempre por extremos, o monstruos, o prodigios, de abominación, de aplauso.
Tratar con quien se pueda aprender. Sea el amigable trato escuela de erudición, y la conversación enseñanza culta; un hacer de los amigos maestros, penetrando el útil del aprender con el gusto del conversar. Altérnase la fruición con los entendidos, logrando lo que se dice en el aplauso con que se recibe, y lo que se oye en el amaestramiento. Ordinariamente nos lleva a otro la propia conveniencia, aquí realzada. Frecuenta el atento las casas de aquellos héroes cortesanos, que son más teatros de la heroicidad que palacios de la vanidad. Hay señores acreditados de discretos que, a más de ser ellos oráculos de toda grandeza con su ejemplo y en su trato, el cortejo de los que los asisten es una cortesana academia de toda buena y galante discreción.
Saber con recta intención. Asegura fecundidad de aciertos. Monstruosa violencia fue siempre un buen entendimiento casado con una mala voluntad. La intención malévola es un veneno de las perfecciones y, ayudada del saber, malea con mayor sutileza: (infeliz eminencia la que se emplea en la ruindad! Ciencia sin seso, locura doble.  

De "Oráculo manual y arte de prudencia (1647).