¿Qué es lo peor que le puede pasar a uno que le tiene pánico a volar? (quitando un accidente, claro).
Pues imaginen la situación, entras en el avión, te acomodas, miras la cara de la tripulación como diciendo, ¿ocultarán algo sobre el piloto que no sepamos? Ves que el avión acaba de aterrizar de otro vuelo y aún tiene marcas del frío estratosférico. Todas las películas y documentales del NatGeo sobre catástrofes aéreas en la cabeza.
El avión arranca motores y llega un olor a quemado que resulta extraño, el ruido aterra. Se empieza a mover y justo cuando está entrando en la pista de despegue, dice el comandante: "señores pasajeros, por un problema técnico debemos volver a nuestra posición de salida para solucionar la incidencia". Risas nerviosas, caras blancas entre el pasaje. Varios mecánicos entrando y saliendo de la cabina, murmullos. El ruido de un taladro abriendo las puertas del motor. Más mecánicos entrando y saliendo. Finalmente, nueva espera para despegar. Uno preferiría cambiar de avión, ya no te fías de que aquello esté en condiciones, pero no te queda otra que aguantarte. Cuando por fin aterrizas juras no volver a pisar nada que se levante del suelo ni treinta centímetros.