lunes

Tengo hambre


La vida con mis hijos está llena de ciclos. Cuando empieza uno nuevo lo notas. Por ejemplo cuando ya no usan pañales. O cuando te pueden hablar y explicar lo que quieren o lo que no. Cuando ya no les tienes que ayudar a limpiar el culo...
Con cierta sorpresa e incredulidad estoy empezando a vivir uno nuevo. Ese donde cuando todavía no has terminado de recoger la cocina de las cosas del almuerzo y ya están los niños empezando a hacerse la merienda. O cuando llegas de la calle y sin venir a cuento (faltando aún tiempo para la cena) te preguntan a dúo:"¿Qué vamos a cenarrr?". El otro día fuimos a casa de mi madre a almorzar. Mi madre es una excelente cocinera. Ellos son unos excelentes comensales. Se comieron, entre los dos, una gran ensalada. Berza con pringá. Mojando sopones de pan en el plato. Cuando creíamos que los niños no iban a comer más mi madre pregunta si quieren helado. Ojalá os pudiera explicar el efecto que tanta lechuga y tanta berza con pringá junto a una barra de pan hizo a mis hijos. No pestañeaban. No se podían mover. Una especie de sopor los dejó narcotizados. Cuando mi madre preguntó lo del helado...yo me reí. Si estos no pueden ni moverse. ¿Cómo van a querer helado?. Sí, se comieron dos cada uno. Algún día os contaré cómo su padre y yo nos hemos dado cuenta que necesitamos dos carros de la compra en vez de uno y que cada vez dura menos en la nevera y en la alacena. Algún día. Ahora os dejo, mi hija no para de pasar disimuladamente por aquí, por si termino ya y le hago la cena.

sábado

El amor está en el aire

No sé qué les pasa a algunos políticos cuando llegan al poder. Se vuelven irresponsables o poco juiciosos. Es el caso de la alcaldesa de mi ciudad, Jerez. Pilar, que así se llama, accedió a la alcaldía con mayoría absoluta, en parte gracias a que una proporción importante de ciudadanos estaban hartos de aguantar comportamientos nepotistas del alcalde anterior que estuvo en el poder dos décadas.
Pues bien, esta mujer se enamora de su escolta, lo que a mí me importa un pimiento, si no fuera porque acto seguido lo asciende de escolta a jefe de gabinete del Ayuntamiento. Supongo que le sube el sueldo una barbaridad, aunque no todo lo que quiso porque afortunadamente alguien le paró los pies.
La prueba del nueve de que se equivocó, es que sus compañeros de corporación se han "amotinado" y han pedido amparo al superior político porque se sienten ninguneados. Acusan a Pilar de tomar las decisiones sólo con su jefe de gabinete (ya marido) y con cargos de confianza que no han sido elegidos democráticamente.
¿Tanto puede cegar el amor a una persona para no darse cuenta de lo obvio? ¿Qué profesionalidad se puede suponer en las decisiones de una persona que mezcla de esta manera sus responsabilidades con sus sentimientos?


miércoles

Yo, sí acuso


Resulta que ahora que se han hecho públicos los casos de dos menores agredidas sexualmente por otros menores, llegan los políticos y los medios rasgándose las vestiduras y haciendo llamamientos a la reflexión colectiva. Se piden penas y castigos para los menores de catorce años, pero no oigo a nadie exigiendo responsabilidades a las familias de estos niños.
Todos sabemos que educar es dificil, supone esfuerzos y sacrificios. Si una familia desiste y mira a otro lado cuando su hijo agrede a un compañero en la guardería. Si cuando llega a casa hace lo que le da la gana y nadie le pone límites. Si los profesores les piden colaboración y las familias justifican los comportamientos de los alumnos e incluso atacan a los docentes delante de sus hijos.
Si la educación no es un valor para las familias, si hagan lo que hagan no hay consecuencias en casa. Al final, la sociedad se ve obligada a suplir lo que los padres no han querido hacer, y muchas veces, ya es tarde. Por eso, yo sí acuso, yo sí digo que no todos tenemos que pagar por lo que algunas familias no quieren hacer.
Si la sociedad ha establecido sistemas para sancionar a los que conducen bebidos, si se sube el precio del tabaco argumentando que los fumadores son una carga grande para la sociedad, ¿por qué no hacemos lo mismo con las familias que pasan de que sus hijos estudien, o pasan de que sus hijos sean una amenaza para sus compañeros, o les importa un comino que gamberreen por las calles?
Nos jugamos mucho.
La foto es de Kutxio.

lunes

Superpoderes


Deberíamos tener superpoderes. Pero no para usarlos todos los días. Ni para usarlos indebidamente. Los deberíamos llevar muy dentro. Podrían usarse cuando nuestro cuerpo notase signos de alerta. Me refiero a cuando una mujer va a ser violada. O cuando te van a apuñalar. Cuando te quieren dar una paliza y no hay nadie allí para salvarte. Porque Superman o Batman no existen en la realidad. Sería maravilloso que cada uno de nosotros pudiera sacar nuestros superpoderes para librarnos de una muerte injusta. O de un acto vandálico. Ea, que viene un degenerado con ganas de clavarme un cuchillo mientras me fuerza y yo me puedo "esfumar" o volver transparente para que no lograra verme. Que yo pudiera pegar un salto hasta llegar a lo alto del edificio. Poder atar al nota sólo con una cuerda que saliera de mis uñas hasta que llegara la policía. A la que he avisado a través de mi mente. Que todos, hombres, mujeres y niños tengan ese poder. Sobretodo los niños. Que no se vieran sólos ante cualquier peligro ni ante cualquier degenerado. Poderes. Unos superpoderes es lo que yo pediría. Tengo mucho miedo a que me pase algo. Sé que si alguien me acorrala en un sitio oscuro no saldré de allí para contarlo. Pero sí sé que lo haría de tener lo que pido.

viernes

Las Vegas


Aunque no sea un monumento propiamente dicho, la ciudad de las Vegas es el culto a la horterada más absoluta. En ella tienen cabida desde una imitación cartón piedra de Venecia, hasta reproducciones de la torre Eiffel o las pirámides de Egipto.
Para colmo, está en medio del desierto por lo que más kitsch no puede ser. Seguro que a muchos les parece la quintaesencia del turismo. Para mí entra en la categoría de obras del error humano.

martes

Caja de cartón.


En una de ellas me llegaron noticias de mis padres.
Cuando era pequeña no existían móviles. Mis abuelos tenían un teléfono de pared negro. Tampoco había internet. Ellos tenían un buzón. Yo tenía muchas ganas de saber de mis padres. Ellos tenían muchísimas ganas de saber de nosotras.
Lo recuerdo perfectamente. Era por la tarde. Todos, mi hermana, mis tíos y mis abuelos, rodeábamos una mesa. En ella había una caja de cartón grande. Llegaba de Alemania. El cartero nos la entregó emocionado y casi que esperó a que la abriéramos. En ella había un detalle para todos. No recuerdo lo que tocó a cada uno. Sólo recuerdo un reloj de cuentas de caramelo que no me quise comer para que no se acabara nunca. Y una pequeña cajita que contenía dados de colores. Y yo, soñaba con sacar un doce. Y pensaba que cuando lo sacara, ese mismo día, mis padres volverían.
No sé si esto le importa a alguien. Me imagino que no. Pero hoy, precisamente hoy, he recordado esta vivencia. Y hoy, precisamente hoy, la escribo.
Porque lo verdaderamente importante de ese día fue el beso que mi madre me envió en una carta que había en dicha caja. Un beso en forma de labios pintados. Los de mi madre.

sábado

My foolish heart

Hace muchos años que tengo una partitura cuyo título es: "Mi loco corazón", la he estado tocando regularmente, de vez en cuando, pero nunca le había dado mayor trascendencia hasta que escuché esto.



Claro, es Bill Evans, uno de los mayores genios del jazz contemporáneo. Lo que saca de esta sencilla melodía demuestra que ser un buen músico no sólo es leer notas de una partitura. La música es mucho más. Siempre recuerdo a un profesor diciendo: "vale, ya has tocado la partitura, ahora haz música". Bill, de verdad la hacía.