Cuando era pequeña tenía preguntas que no sabía a quién hacerlas. Y es que, cuando veía una película extranjera, alucinaba cuando se bajaban del coche y no cerraban la puerta del mismo con llaves. Que los protagonistas tenían que ir a la oficina de alguien...pues nada, conseguían aparcar en la mismita puerta. Y eso que los coches de los 70 americanos eran de tres metros de largo, oigan. Siempre entraban en el piso y se habían dejado la luz de la mesita del salón encendida. Nunca había nadie. Siempre vivían solos. Pero la luz ahí estaba. No cenaban, abrían la nevera y la volvían a cerrar.
Lo que más me asombraba eran las persecuciones en la ciudad. Esos coches enormes girando por las calles. Esos cubos de basura volando por los aires. Esa gente huyendo despavorida. Esos malos atrapados por los buenos. En este caso Starky y Hutch...Yo era más de Hutch. La elasticidad de estos dos correteando y saltando por las callejuelas y los coches...En fin.
3 comentarios:
¿Y que me dices de los diálogos? Todo el mundo sabe que decir en cada momento, y lo dice todo estupendamente, uno dice una cosa y otro le contesta aun cuando hay cinco en la conversación, sin interrumpirse. Eso siempre me llamaba la atención. Pero lo que mas me llamó la atención de pequeño fue cuando me caí en que, en las pelis y en las series, entre momento culminante y conversación conmovedora, no aparecían los miles de momentos triviales, intrascendentes que se producen entre medias. De ahí surgió, en algún momento de mi infancia, la tantas veces repetida pregunta: ¿Y esta gente que pasa? ¿No caga nunca?
El sueño americano, querida amiga, pero yo era más de La casa de la pradera ... :-P
Ya lu sé,Alfonso.Ay,Melissa...qué de veces lloraba en cada capítulo :P
Publicar un comentario