No puede ser verdad que todo lo que toco se convierte en negro humo. La certeza de que nada ni nadie puede ayudarme me llegó hace tiempo, sin embargo todavía con cierta dosis de cordura, pensé en que todo cambiaría.
No puede ser verdad que todo lo que me toca se convierta en rojo sangre. El hombre desaliñado que me susurró por el callejón y me invitó a jugar en el descansillo de una casa abandonada. El rico extranjero que quiso comprar mi hora de vida a cambio de varios ceros. El cerdo con olor a alcohol que me asfixiaba con su sudoroso cuerpo mientras intentaba destruir mi vida en cuestión, con suerte, de pocos minutos.
No puede ser verdad que aún mi cuchillo no esté limpio. Siempre habrá mala sangre a la que dar salida de un peor cuerpo.
Cuidado.
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