domingo

Inversiones privadas

He seguido con atención especial la gestación del Centro Educativo Jerez. En primer lugar, porque como docente que soy, me ocupan todas las iniciativas que en nuestra ciudad se generen en mi ámbito y en segundo lugar, porque sentía curiosidad por conocer la evolución de una idea que aunque no novedosa, antes otros intentaron formar cooperativas de enseñanza con más o menos éxito, suponía un intento de crear una empresa que diera trabajo a varias decenas de personas. La forma en que se ha gestado puede o no ser discutible, pagar por crear tu propio puesto, que no haya un socio capitalista que adelante los recursos, me temo que va a ser cada vez más habitual. Vamos, que conseguir un empleo se va pareciendo mucho a un mercado, en su acepción más peyorativa. Al ser un bien escaso, hay que invertir más por él. Que haya o no personal suficiente interesado en llevar a sus hijos a este centro, también puede ser discutible. Personalmente, considero que es muy complicado hacer rentable una iniciativa así, porque las cifras de la natalidad son las que son y porque ya existen otros centros de carácter privado en la zona. En todo caso, lo que vaya a ocurrir en el futuro es algo que se verá. Lo que resulta cuando menos sorprendente, es la facilidad que tenemos los jerezanos para atacar cualquier cosa que tenga un cierto atisbo de árbol caído. Un problema, que en principio debería ser interno, aunque haya trascendido, -el conflicto entre el arrendatario y el arrendador del lugar en el que se ubicaría el centro-, se ha convertido en la comidilla de diarios locales y foros. Ya claman algunos por una presunta estafa, incluso algún despacho de abogados ha creado una plataforma para aprovecharse de unos futuribles afectados.
Algunos medios han pasado de ser grandes beneficiados por la inversión pubicitaria a "los primeros que avisamos de lo que podría ocurrir". En medio, las ilusiones de decenas de profesionales que supongo que conscientes de los riesgos de una inversión así, han puesto sus recursos al servicio de una idea.
 No, no soy familiar de ninguno de ellos.Tampoco tengo intención de que mis hijos sean usuarios del centro. Pero ya estoy cansado de ver una y otra vez cómo en mi ciudad se ataca a cualquiera que intente hacer algo para salir del atolladero. Que permanezcamos impasibles ante lo que se hace con recursos públicos es bastante fastidioso, pero que encima carguemos contra lo que hacen los demas con su propio pecunio dice mucho de lo que siempre se ha llamado el pecado nacional: la envidia.

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