Le habían ordenado desaparecer de escena.
No más contacto físico, ni siquiera pensar en esa persona. Nada de verla, de llamarla, de cuidarla, de velar por su seguridad.
Lo que había hecho durante tanto tiempo, quizás demasiado, había sido en balde. Su eterno trabajo no había conseguido que el final fuera otro bien distinto.
Cogió su atormentada alma y se la llevó a otro lugar bien distinto. Donde nadie supiera su miserable pasado.
Fin de la cita.
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