lunes

Enfermera de noche

Llevaba dos horas de turno cuando la avisaron para preparar el quirófano. Una puñalada trapera había sido la causante de que esa noche fuera más movida que otras. Un hombre había sido apuñalado en un callejón oscuro.
Le tocó instrumentar y se fue preparando. Sus manos tenían que ser desinfectadas a conciencia. Nada de anillos. Ni uñas largas, podrían perforar los guantes. Nada de laca de uñas, una lasca de ellas se podría desprender dentro del cuerpo de esa persona.
Vio al paciente en la camilla de quirófano. Aún no estaba dormido por el anestesista. Parecía un hombre fuerte y a ella le daba la impresión de que saldría de esta.
Él abrió la boca para pedirle por favor que le diera la mano y ella rehusó hacerlo, ya estaba estéril para la intervención.
Pero reconoció esa voz.
Un frío estremeció su columna vertebral y empezó a recordar.
Hombre, alto, fuerte, cara tapada, noche de guardia, aparcamiento del hospital, nadie más, fuerza inmensa, ganas de gritar, ropa interior rota, corazón roto, lágrimas y la voz de él que le decía: "Me gustan las enfermeras"
Fue cuando el doctor le pidió las pinzas de Adson cuando ella volvió a este momento.
Al día siguiente ella fue a verlo a la habitación. Se le acercó al oido y le dijo algo. Él empezó a chillar y se miró ahí abajo. Ella salió de allí como si se hubiera quitado un peso de encima.
El doctor todavía no se explica cómo se le pasó ver la segunda puñalada antes de entrar en la sala de operaciones. Menos mal que la enfermera de noche es la más eficiente de todas.

2 comentarios:

RosaMaría dijo...

Buenísimo, merecía esa operación. Saludos.

Agata dijo...

Gracias...