Se lo dijeron así:
"No puedes dejar pasar a nadie por aquí. No pueden cruzar la puerta. Nadie, nadie puede entrar."
Y una orden es una orden. Se lo tomó como si su vida dependiera de ello.
Se llevó así días, meses, años.
No podía pasar nadie.
Se encontró con mujeres hermosas y con ganas de reír. No las dejó pasar.
Se encontró con niños con ganas de jugar. No los dejó pasar.
Se encontró con hombres con ganas de descubrir nuevas fórmulas para hacer la vida algo mejor. No los dejó pasar.
Así una y otra vez.
Pasados los años, y cercano a la vejez, su curiosidad pudo con él.
Abrió la puerta y el olor que respiró le recordó a lo más cercano que estuvo de la muerte. Un ser con una cara algo peculiar y con una voz que arrastraba las palabras se aproximó a él y le dijo:
" Estábamos esperando un poco de amor, una cantidad decente de amabilidad, algo de risas e incluso alguien que nos guiara por este mundo de tinieblas. Alguien que nos diera luz en esta vida miserable que tenemos. Queríamos eso pero no los dejaste pasar. Sin embargo nos alimentaremos del asombro de tu cara"
Inmediatamente, el portero de los sentimientos, fue succionado al otro lado. Nadie supo nada más de él.
1 comentario:
Guauuu... de terror. Saludos.
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