La capacidad de asombro no tiene límites y en eso, últimamente, me he convertido en una verdadera experta. Es un título que yo no tengo ni tenía ganas de tener en mi vida. Pero, mira tú por dónde, que lo que te depara la vida no es de tu agrado en ciertas ocasiones al acabar tu honor maltratado.
He de decir que siendo una chica aún joven me he curtido en ciertas experiencias mucho más de lo que yo me creí en su momento. Será porque me tocó vivir intensamente una infancia fuera de lo común, una adolescencia que creí que nunca iba a ser capaz de terminar y un periplo laboral quizás muy temprano y por supuesto que muy duro, será por eso que no me asusto por nada. A cambio, tuve la enorme suerte de que la vida me premiara con un ser maravilloso y un par de hijos que son los pilares de mi existencia.
Pero la verdad es que los vínculos más intensos y más respetuosos, que son los de sangre, son los que no deberían estar expuestos a ningún tipo de duda. Y sin embargo, cuando eso ocurre, la vida se te complica de tal manera que no sabes por dónde ir. La gente se vuelve ciega, sorda, pero misteriosamente no se vuelve muda.
Lo primero, rabia. Luego, impotencia. Después...simplemente, no sientes nada. Y eso duele más que otra cosa.
Una canción, una artista, que pone en sus canciones toda la pasión que pongo yo a la vida.
Sin embargo puedo decirte que te quiero. Porque la sangre es la sangre. Aunque tú no la sientas correr por tus venas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario