No quería nunca acostarse enfadada pero hay situaciones que no todo el mundo puede controlar.
Esa tarde algo había pasado entre ellos, una discusión. Pero era diferente a las demás. Hubo un daño profundo en ella. Las palabras que él le había dicho se quedaron atrapadas en su mente y esta no hacía más que repetirlas una y otra vez dentro de su cabecita.
Se durmió y tuvo un sueño inquieto. Una historia que se iba alimentando de la ira, la maldad, los malos pensamientos, la mala sombra.
Y no pudo despertar. Su amado no hacía más que zarandearla para que abriera esos ojos que lo enamoraron hace tanto tiempo. Quería oír es voz que en un principio era casi adolescente y que, con el paso de los años, se tornó madura y con encanto.
Lo que pasó es que la noche anterior se cortó su alma con esas palabras que ella creyó que eran de verdad. Se fue desangrando la misma y su cuerpo no pudo contener tanta amargura.
Pasó como cuando te cortas un dedo y no te pones una tirita. Que cuando llevas horas, si el corte es muy profundo, te desangras y ya...no vuelves a ser el mismo.
Larga vida al amor.
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