jueves

Observadora a mi pesar.


Como madre tengo suerte. Ya como observadora flipo.
Los lunes por la tarde hay algún rato en el que, aparte de madre, soy "observadora". No es que me guste escuchar ni ver lo que dicen y hacen los demás. Pero cuando lo tienes a menos de un metro, es imposible no hacerlo. Y me explico...Cuando llevo a mis hijos a clases de música, hay una hora en la que estoy allí sentada esperando a que salgan. Mientras, hay un ir y venir de más padres, madres, abuelos, niños, profesores...Casi siempre son los mismos en esa hora. Como me toca esperar me siento en uno de los bancos de allí junto a otras madres y sus hijos. Hacen tiempo hasta que salga el hermano mayor y entre el más pequeño a clase...La suerte me acompaña, como los míos tienen la misma edad entran juntos. Ahí empieza lo de toooodddoooossss los lunes. Es como un ritual. Son las cuatro de la tarde. El niño pequeño de mi compañera de banco(ocho años) empieza a pedir por esa boca. Allí, estratégicamente hay dos máquinas. Una de bebidas y otra de chucherías, bollería industrial...En fin, colesterol en máquina. El niño es un rabo de lagartija. No para quieto. Se sienta, se levanta, se vuelve a sentar, se va al baño, viene...Qué horror. La madre le dice que como tiene una hora (Dios santo, 60 minutos) que se vaya a la biblioteca que hay para hacer la tarea del colegio. El niño nunca se va. Desde mediados de septiembre lo estoy comprobando. Le da "coba" a la madre. Que si se me ha olvidado el libro, que me duele la cabeza, que no quiero...A mí ya me pica "tó". Yo estoy sentada aguantando el violonchelo de mi hija. Y temo que el niño le dé. Y me empiezo a preocupar porque la madre es una "chochona"...Luego empieza a pedir el niño por esa boquita. Que si dame 50 céntimos para esto, dame 70 céntimos para lo otro, dame otros céntimos para lo de más allá. La madre empieza diciendo que no le da nada...Al final se lo da. En cuestión de una hora el niño se "funde" dos euros mínimo de bollería industrial. Yo siempre le llevo a los míos un bocata de pan casero con jamón, queso...Le llevo un batidito. Imaginad el gasto de comprarlo todo en la calle y lo multiplicáis por dos. Mis hijos nunca protestan porque yo no le compro la merienda en la máquina. Ya no es sólo por el dinero. Es que eso no es muy sano comerlo todos los días...En fin. Que la madre siempre se sienta a mi lado todos los lunes. Y todos los lunes debo aguantar el mismo ritual...
Hay otra madre que espera a que su hijo salga de clase. Cuando lo hace empieza a pedirle la merienda a la madre. La merienda la trae ella. Y el niño siempre encuentra una falta. Que si eres tonta que no me gusta el queso, que si el zumo de piña es una mierda...Yo, a cuadros que me quedo. Que un enano de 9 años le hable así a la madre delante de todo el mundo...Ella tiene la culpa. ¿No?
Y así podría seguir hablando de más casos. Pero eso será otro día. Ahora me voy a comer a besos a mis hijos. Por no ser los protagonistas de un post como éste.
Foto del Flickr, de Merche_