miércoles

Massimo Cortes


Ya sabéis de mis cabreos con las peluquerías.
Me he reconciliado.
Sábado por la mañana. Son las 10. Me salta el automático y decido ir a una peluquería. (Como si un sábado a esa hora alguien fuera a apiadarse de mí)
Llamé a la peluquería Massimo Cortes.
-Hola, buenos días. Me gustaría ir a cortarme el pelo y peinar. ¿Puedo ir hoy?
-Claro, vengase a las 10:30.
-De acuerdo.
A esa hora llego. Personal simpatiquísimo. Peluquería muy grande. Hay tres clientas. Todas están siendo atendidas.
Me piden que me siente. "Atrapo" una revista Hola y cuando voy por la página 3 me llaman.
Me lavan la cabeza. El sillón donde estoy se está elevando la zona de las piernas. Y también, dicho sillón, me está dando un masaje por todo el cuerpo. (Creo que voy a llorar)
Me preguntan cuál es el corte que quiero. Me aconsejan. Mi pelo es fino y con poco volumen. Me hacen un corte que me favorece y que hace que parezca que tengo más cantidad. (Las ganas de llorar aún no se me han quitado)
A las 11 horas estoy fuera. Peinada, con mi corte de pelo, con una sonrisa de oreja a oreja. Le digo a la señorita que estoy muy contenta.
Están abiertos de 9 de la mañana a 9 de la noche.
Volveré.
Precio: más que bueno. (Salgo llorando de alegría)