lunes

Miedo a las alturas


Pero un miedo terrible, atroz. Me quedo paralizado cada vez que tengo que subir más allá de dos metros. Son numerosas las ocasiones en las que este pánico me ha impedido hacer cosas que me interesaban. Cuando era adolescente las atracciones de feria estaban vedadas para mí, pasar por un puente andando o incluso en coche. Una vez vencí mi temor y subí a la torre Eiffel pero me arrepentí casi de inmediato, me agarré a una viga y no me moví de ahí hasta que llegó de nuevo el ascensor para bajarnos de allí. En otra ocasión, pasando un viaducto para cruzar una carretera me quedé en medio paralizado, una compañera tuvo que cogerme del brazo y tirar de mí hasta el otro lado.
No sé a qué es debido que no pueda ni acercarme a los balcones, pero lo recuerdo desde que era niño. Es algo que me ha ido acompañando y que no he conseguido superar. Es curioso sin embargo, que subir en avión no me cause este trauma, debe ser que al carecer de punto de referencia por estar tan alto el miedo desaparece.
Sólo hay algo peor que asomarme a las alturas: me causa escalofríos ver a alguien de mi familia acercarse a un balcón, precipicio o similar.
Foto de Miradas.