viernes

Sonidos.


Voy tan rápida por la vida que no me detengo a ver lo que pasa a mi alrededor. Los sonidos son mecánicos. El despertador. La radio dando las noticias mientras me ducho. La cafetera en pleno funcionamiento. La puerta al cerrarse. Las llaves que giran. El coche que arranca. El móvil que acabo de encender y me anuncia que no va a parar de sonar. El teléfono del trabajo, que no para, no para...
En casa llevo, por una gripe, unos días. No puedo estar quieta. Pero la fiebre hace que mis movimientos sean más lentos. Que sean los justos y necesarios. Cuando he estado en el sofá tirada como un trozo de carne he notado algo extraño. He creído escuchar los latidos de mi corazón. No puede ser. Eso no es posible. Debe ser que estoy atontada por la fiebre y los medicamentos. No hago mucho caso. Al poco tiempo me quedo dormida allí mismo. Me despierta un bombeo. Como si una caldera estuviera intentando estar en pleno funcionamiento. Pero el sonido es como si tuviera problemas. No me he dejado nada encendido. Ni la televisión, ni una lavadora, ni el lavavajillas. Vivo sola y nadie más ha podido hacer ningún ruido. Mis vecinos están mudándose. Así que estoy sola en la planta de mi bloque...
Nada, no consigo quitarme de mis oídos unos sonidos extraños. Un correr de líquido. He creído que era mi sangre recorriendo todas mis venas. Hasta llegar al corazón. Y noto que el sonido va a explotar de un momento a otro...
Me quiero levantar. No sé...no puedo hacerlo bien. Mi brazo me duele mucho. Quizás me he quedado dormida sobre él. Sin embargo el dolor va en aumento y el pánico se apodera de mí. Intento llegar al teléfono. No encuentro el móvil. Tropiezo con la mesa del comedor. Los sonidos son más intensos. No puedo dejar de escucharlos. Y, en un instante, me doy cuenta de lo que escucho. Son los sonidos de mi cuerpo. Del interior de mi cuerpo. Como siempre he estado corriendo, estresada, con sonidos diarios que me envolvían no me estaba dando cuenta de las señales de alarma que me enviaba. Estoy sufriendo un infarto y creo que no saldré de esta.
Foto del Flickr. Autor: Brocco Lee.