martes

Blanco y negro


No sé por qué las películas antiguas me parecen más interesantes y más buenas que muchas de las de ahora. Me he dado cuenta que los efectos especiales no son tan necesarios, ni el color, ni el doblaje. Me gustan las historias sencillas, cotidianas. No hace falta hacer un guión multiorgásmico para pasarlo bien. No hace falta enredar y enredar para que, cuando pestañees, te pierdas.
No. Me gusta lo de antes, la frescura del blanco y negro. Me gusta subtitulado. Y, si no es posible, me gustan los actores de doblaje de aquellos maravillosos años...