jueves

Ana Obregón


Permítanme que sea hoy una crítica, hay cosas que no se pueden aguantar por más tiempo.
El complejo de Peter Pan en mujeres tiene un nombre, el complejo de Ana Obregón. Bueno, mejor dicho, ella no tiene complejo alguno. Se viste adecuadamente a la edad de una treintañera con mentalidad de adolescente eterna. Su cara huele a quirófano y a sala de espera de policlínica donde acumulas puntos por cada botox que te inyectan. Por mucho que te empeñes en mal usar el photoshop, no se te ocurra posar al lado de uno tuyo ya que corres el riesgo de parecer que eres tu propia madre. Por muchísimo que te aferres a la eterna juventud mediante inyecciones, liposucciones, abdominoplastias, liftings varios y prótesis mamarias tus brazos y piernas seguirán su curso evolutivo. No pretendas sacar de donde no hay.
Creanme, si alguna amiga mía me dice que ha escrito 28 diarios (algún jovencito no sabrá lo que es eso) la ingresaré ipso facto en un psiquiátrico y acto seguido me iría corriendo como alma que lleva el diablo en dirección contraria. No todo el mundo ha estado enamorado de ti hasta las trancas. Nadie iba a dejar su principado por ti, ni Spielberg te daría un papel en alguna película suya. No se puede ser Antoñita la fantástica pasada por el photoshop sin tener algún efecto secundario.