lunes

Al Sr. Rosell (presidente de la CEOE)


Estimado Sr:

No nos conocemos personalmente, pero he oído con atención las palabras que dedica a los funcionarios en sus últimas intervenciones y como servidor público que soy me gustaría hacerle algunas sugerencias. En primer lugar, que cambie su tono, bastante paternalista e impropio de un representante de una organización tan importante. Amenazar veladamente, poner en entredicho la honorabilidad de un colectivo con insinuaciones y sugerir que los funcionarios nos creemos los dueños de nuestro puesto o con más derechos que el resto de los ciudadanos no es lo que uno puede esperar de alguien que ostenta un cargo como el suyo.
En segundo lugar, culpabilizar de una manera encubierta al colectivo de funcionarios de la crisis que vivimos es injusto e irreal. Más bien debería usted mirar en lo que han hecho compañeros suyos dedicados a la construcción o al sector financiero, ahí encontrará seguramente muchas más razones para analizar las causas de la depresión que vivimos.
En tercer lugar, con respecto al carácter vitalicio de los puestos funcionariales me gustaría decirle que las leyes están para cambiarlas y que sólo tiene usted que proponerlo a los partidos para que lo hagan suyo y modifiquen esta cuestión en las próximas legislaturas, pero debo recordarle que a lo peor, el asunto no sale como usted desea. Imagine que el médico que le vaya a atender en su centro de salud cambie cada dos por tres, o que el profesor que atiende a sus hijos esté siendo sustituido varias veces a lo largo del curso, o que los policías de su barrio tengan que dedicarse a pensar en su próximo empleo porque podrían ser despedidos en breve. O por no hablar de los jueces que tendrían que pensar en su próximo desempeño cuando se acabe su contrato. Lo que le quiero decir, es que el carácter de los puestos públicos es sensiblemente distinto al de otros sectores laborales y por eso necesita diferentes regulaciones. Piense que también lo es el acceso a esos puestos. Usted puede contratar a quien le apetezca sin dar cuentas nada más que a sus accionistas. Los funcionarios hemos tenido que concurrir a unas oposiciones en competencia con otros ciudadanos y en base a los principios de mérito y capacidad, demostrar que podemos llevar a cabo el desempeño de nuestros empleos.
Eso sí, si como usted dice, hay malos funcionarios, para eso existe un regimen disciplinario de la función pública ¿o es que cree que vivimos al margen de las leyes?
Para terminar quisiera desearle toda clase de suertes y bondades en su mandato, para que junto al resto de los sectores sociales podamos ser capaces de superar estos malos momentos.