domingo

La cesta de la compra



Estaba más delgada y al mirarse al espejo se veía bien. Como casi todos los días se dirigió al supermercado cercano a su casa. Tenía siempre a mano su moneda para el carro. Entró y empezó a llenarlo de alimentos básicos para su familia. Tenía que llevar leche, aceite, pan, algo de carne...Se permitió coger unos dulces de chocolate para sus hijos. Ella no quería que abusaran de ellos para que sus dientes no se resintieran. Y cogió también un tinte para su cabello, hacía días que sus raíces eran más profundas. Recorrió todo el pasillo central para llenar el carro y volvió sobre sus pasos. Y empezó a hacer lo que hacía todos los días que iba. Devolvía en su sitio cada alimento y elemento que había cogido para llevar a casa. Devolvió la leche que ya no alimentaría el desayuno de sus hijos, hizo lo mismo con el aceite, el pan, la carne...todo. Lo devolvió todo y salió por la puerta del supermercado con el carro vacío. Lo puso en su sitio y recobró la moneda, la única de la que disponía. El único vestigio de economía que tenían. Y salió con más pena de la que entró. Desde que la crisis explotó perdió su trabajo y su marido también. Ya no tenían ayudas. Ni posibilidades de encontrar trabajo. Mientras caminaba por la calle se paraba por cada contenedor que había. Pero ya eran tantos los que estaban en su situación que ya no había de dónde rebañar. Al pasar por un restaurante vio desde el gran ventanal al político de turno que por la televisión le decía que ya todo estaba llegando a su fin. Lo mismo pensó ella cuando él dio buena cuenta del plato que se estaba comiendo.