viernes

No recuerdo.


Voy a coger cualquier día de mi vida. Y voy a elegir de ese día un momento, podría ser el de guardar la compra que he hecho. Ya está... Al cabo de las horas viene mi pareja de trabajar. Viene a comer, es mediodía. Y la mesa no está puesta. No huele a comida. La cocina está revuelta. Pero no hay indicios de que yo haya hecho el almuerzo. El me pregunta extrañado. Y más extrañada lo miro yo. Me pregunta qué ha pasado. Y yo, lo que puedo recordar, es que he ido a hacer la compra y la he subido a la casa. Eso es todo. Pero no recuerdo dónde he guardado los filetes, ni el pan, ni las patatas... No los he encontrado y además no sé qué tenía que hacer con esas cosas. Por supuesto, él se asusta. Empieza a buscar por la cocina. Y descubre en el carro de la compra todos esos ingredientes. Yo juro y perjuro que no los dejé ahí. Alguien está conspirando contra mí. Y mi pareja es una de ellas. Creerá que estoy loca. Pero no lo estoy. Sólo he ido a hacer la compra y nada más. El me mira y me dice que tenemos que ir ya al médico. Que otro día me fui a ver a mi madre, aparecí dando vueltas por otro lado de la ciudad y luego no recordaba nada. Este hombre me quiere volver loca. ¿Cómo cree que yo soy capaz de hacer eso?. Yo sé lo que pasa en mi vida. Se lo está inventando todo. No sé si un día lo quise. Ahora no recuerdo...
El Alzheimer ha entrado en mi vida. Mi tía, una de las personas que más quiero. Mi abuela, su madre, también lo tuvo. Siempre he tenido un deseo, siempre. Que cuando algo sacudiera mi vida, que cuando me llegara el momento de enfermar, mi cuerpo y mi mente estuvieran sincronizados. Ahora más que nunca lo pido a gritos.
Foto del Flickr. Autor: federico.soffici.