domingo

Ladislao Vajda

El otro día, me sorprendí a mí mismo disfrutando de una película que recordaba de mi infancia más remota, Marcelino, pan y vino. Y no es que me interese mucho la temática religiosa, lo que me fascinó fue la estética y el tratamiento que dio su director a las imágenes. Sin darme cuenta, empecé a encontrar paralelismos entre la fotografía de Marcelino y la de autores expresionistas por los que me he sentido subyugado como Fritz Lang o Murnau.
Los exteriores del film, recuerdan claramente al Whale de Frankestein y al final caes en la cuenta de que el director de Marcelino debió ser una especie de rara avis en el cine español de la posguerra.
Efectivamente Ladislao Vajda fue singular en todos los sentidos. Un clásico al que se empieza a reconocer en su justa medida. El cebo, que quizás es su obra más estudiada, ha tenido varias revisiones incluida alguna de Hollywood y protagonizada por Jack Nicholson.
La música de Marcelino, está compuesta y dirigida por uno de los grandes, Pablo Sorozábal.
A veces, para apreciar lo inmenso hay que dejar pasar el tiempo y valorar sin los corsés de las épocas.