sábado

Tesoros olvidados.


No sé cómo decir lo que quiero decir. Ni lo que siento. Es una mezcla de pena, de angustia, de sorpresa, de terror, de...asco.
En una semana he podido comprobar lo que los humanos pueden hacer con sus semejantes. Con un ser como uno mismo. Que necesita de calor, de ayuda, de apoyo...
No quiero llegar a los 92 años y ver cómo durante años te van a visitar lo menos posible. No quiero buscar con la mirada quien quiera escuchar una historia mía, algo que he vivido. No quiero molestar. No quiero enfermar. Sólo morirme. No quiero ser un estorbo. No quiero permanecer en una cama. No quiero que se me fracture una cadera e inmediatamente me caiga al suelo. No quiero que me operen. No quiero que nadie sufra por mí. No quiero que en el pasillo del hospital la gente se pregunte quién se va a quedar conmigo. No quiero que uno de mis hijos, que lleva mucho sin venir a verme( y eso que vive a escasa distancia), se tenga que hacer un experto en el "escaqueo". Porque si ni siquiera venía verme a mi casa, cuando me mantenía por mí mismo. No quiero que haga el esfuerzo de tener que venir al Hospital. Un lugar donde nadie quiere estar. No quiero que mi segunda esposa, que tiene veinte años menos y con la que no tuve hijos, sufra. Sé que algo le pasa, olvida las cosas constantemente. El otro día salió de aquí y se perdió en otra ciudad. Menos mal que la encontraron. Ella sufre porque no puede estar conmigo todo el tiempo, su familia está pendiente de ella y, afortunadamente, de mí. Todos creen que no me doy cuenta...Tengo esa edad, pero no soy tonto. Sé quién quiere estar conmigo. Sé quién no. De mis seis nietos, sólo dos han venido a verme. Los otros tienen que estar ocupados. Por eso, cuando mi sobrina no entendía mis palabras( porque casi no me salen) me dio un bolígrafo y papel, le escribí lo que yo quería.Un número...EL KILÓMETRO EXACTO DONDE QUIERO IR:EL CEMENTERIO.
Foto del Flickr. Autor: Thorbion.
Desgraciadamente esta historia está ocurriendo en este momento. La sobrina soy yo. Y él mi tío. Las palabras que pongo en su boca son situaciones que han pasado reales y que yo he visto. El no me ha dicho nada, siempre ha sido muy prudente. Un verdadero caballero. Lo que sí me escribió fue sólo el número del kilómetro donde está situado el cementerio de mi ciudad. Triste ¿verdad?. Más triste es darte cuenta. Ellos, nuestros mayores, son el mejor tesoro que podemos tener. Desgraciadamente hay muchísimas personas que pueden disfrutar de ellos y los tienen olvidados. Qué tontos, pensarán que ellos nunca van a envejecer.