miércoles

Torturas medievales


Acostado en la mesilla del quirófano con un gotero en el brazo, desnudo de cintura para abajo, con un brazalete que te aprieta el brazo cada equis tiempo hasta casi exprimírtelo. Con una aguja clavada en el puño y múltiples focos encima deslumbrándote. Esperando que llegue alguien para introducirte un tubo largo por el ano y poder ver lo que ocurre dentro de tus intestinos que han estado evacuando de forma ininterrumpida durante más de diez horas.
En esta situación, pensaba en lo feliz que se hubiera sentido Torquemada y compañía si hubieran existido por aquella época las colonoscopias.