jueves

Chocolate


Hace tiempo que quiero escribir sobre el chocolate, el que se come, no seáis mal pensados. Cuando era pequeño comía chocolate en bocadillos o en crema (recuerdo muy bien aún el sabor del Pralín). Sin embargo, si no lo probaba tampoco pasaba nada. No era un alimento que me dislocara. Prefería mil veces comer una "carmela" (por aquí conocemos así a un bollo suizo relleno de crema pastelera).
Pero de unos años acá, mi relación con el chocolate ha cambiado. Para empezar me gusta menos dulce. Cada vez lo prefiero más amargo y puro. Para seguir, necesito comerlo todos los días. Es como una adicción, y os aseguro que no estoy privado de nada que tenga que ser sustituido por este manjar.
Prefiero comer chocolate que no tenga aditamentos, ni almendras, ni frutos secos, ni sabores extraños. Dicen que el consumo del "otro oro negro" se ha disparado en España y que cada vez importamos más cacao. Chocolate, chocolate, es pronunciar la palabra y se me hace agua la boca. En fin, que una tableta bien merece una entrada, al menos para daros envidia, porque como supondréis, mientras escribo esto, estoy degustando un par de onzas de un chocolate purísimo, delicado y con el toque de amargor justo. Desde hoy instauro un nuevo sabor primario además del dulce, salado, ácido y amargo; el sabor chocolate.
"Hot chocolate" como no podía ser de otro modo.

Foto de ojos de serpiente.