sábado

Nu tar viden


Último día y visita al archipiélago de islas de Östergötland. Es sinceramente apabullante, las aguas negras del báltico como si fueran fiordos rodeadas por árboles y con cientos de islas en ellas. La mayoría pequeñas. Son árboles que no estoy acostumbrado a ver, abetos y robles, así como otros de los que desconozco sus nombres.
Lo tienen todo superprotegido y la construcción está muy restringida. Los suecos saben como guardar en secreto sitios así y no convertirlos en un Puerto Banús o algo así. Pescamos arenques, aunque no tiene mérito, se pescan sin poner cebo y tardan mi segundos en picar. La pesca más extendida aquí es el lucio, pero es difícil de coger y menos en estas fechas. Aún tengo guardadas en mi retina las imágenes impactantes de estos impresionantes paisajes.
Nada más bajar del bote, al periódico local a una entrevista y foto.
Por la tarde-noche, en la escuela de Freddy, cena con productos típicos de Suecia. Cocinamos y aprendemos algunos platos. Es una comida con mucho pescado y está muy sabrosa, los arenques que pescamos me supieron a gloria. En ese instante, la seriedad y eficiencia sueca queda a otro lado y se empieza a beber bastante. Mezclamos cerveza y un licor de más de 40 grados. En poco tiempo acabamos cantando “Nu tar viden”, y con la botella vacía. La verdad es que es en ese momento cuando nos damos cuenta lo bien que lo hemos pasado y lo buena gente que son nuestros anfitriones. Ojalá algún día puedan devolvernos la visita y nosotros corresponderles.