sábado

Somos de lo que no hay


Esta semana he estado observando con detenimiento cómo nos comportamos en situaciones, digamos, un poco extraordinarias. Con la huelga del transporte cundió la alarma de que las gasolineras se podrían quedar sin combustible. De seguida, estas se llenaron de ansiosos conductores que llenaban los depósitos hasta el borde, con peleas y empujones incluidos. Hasta aquí, más o menos normal.
Pero yo pensé que el tráfico iba a disminuir de manera drástica y que los transportes públicos no darían abasto. Craso error. No había visto más coches en la calle desde hace mucho tiempo. Parece que todos querían demostrar haber sido muy chulos por llenar de combustible el vehículo y así poder usarlo. Lo triste es que no aprendemos. Vemos como el destino nos está cerrando la puerta del uso de energías caras y sucias y nosotros nos negamos a aceptarlo y seguimos cual burro (perdón a los burros) erre que erre como si no nos afectara.
El petróleo puede subir hasta los 200 dólares, pero nuestro coche bien lo vale, aunque sea para ir a 500 metros.
La foto que muestra el tráfico en Madrid es de Edans (Flickr)