jueves
El poder de la imaginación
El otro día cuando llegué a casa después de hacer un recado fuera, me encuentro a mi hijo (once años) casi llorando y completamente asustado. Le pregunté que qué le pasaba y me contestó que tenía la rodilla inflamada y le dolía mucho.
Con mucha tranquilidad, porque es un poquitín aprensivo, observo sus dos rodillas y veo que las tiene completamente iguales, no detecto nada de hinchazón. Me dice que sí, que la tiene mucho más gorda y me señala la parte interior del muslo a la altura de la rodilla. Yo se lo comparo con la parte interior del muslo de la otra pierna y le digo que observe cómo están iguales. Con sorpresa, dice entre lágrimas: ¡Ah! que es con esa parte con la que se compara, yo creía que era con esta! señalándose la parte externa del muslo de la otra pierna. Ya se le había quitado todo el dolor y caminaba como si nunca hubiera sentido nada. ¡Qué mala es la preadolescencia!
La foto "Rodillas" es de MIra Mir a (Flickr)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
malísimaaaaaaaa!jajajajaja...
Eso es porque quiere mucho a sus rodillas y no quiere que estén pochas. No como algunos que hasta que no nos las fastidiamos, no nos damos cuenta de lo importantes que son.
Publicar un comentario