viernes
Millonésima vez.
Abrió lentamente los ojos. Notaba que le pesaban. Hacía calor, gotas de sudor le corrían por la frente.
Parpadeó para ver mejor. Se notaba relajada a pesar de no recordar mucho. Se había quedado dormida en el suelo. Lo sabía ahora porque fue lo primero que vio. La noche había sido movida. Mucha pasión. Una prueba de ello fueron las copas de vino que habían en la mesa. No encontraba la botella.
Seguía sin moverse. No le apetecía. Se encontraba bien así. No recordaba tener un collar de esmeraldas. No. Ella no se lo podía permitir. Y él nunca le regaló algo así. Pero divisó esmeraldas esparcidas por el suelo...De diferentes tamaños. Alguna estaba manchada de vino. Del color de la pasión. El rojo. Seguro que en el deseo de la noche se le rompió el collar cayendo al suelo. Qué importaba eso ahora. Nada.
Se quedó dormida. Estaba cansada. Tremendamente cansada.
Cuando despertó al cabo de las horas, recordó.
Las gotas de sudor no eran tales. Eran gotas de sangre. De una herida en la cabeza. No recordaba nada al principio por el golpe en la cabeza. La noche había sido movida, pero no por la pasión del amor. Fue por la pasión del odio. La botella no la veía porque fue con lo que él la atacó al principio. Se la rompió en la cabeza. Las esmeraldas que ella veía eran trozos de la misma botella que cayeron al suelo. Nada de manchadas por el vino. Era su propia sangre. No podía moverse. La paliza que él le dio fue mala, tanto que estaba tirada en el suelo tetrapléjica y ella todavía no lo sabía. Fue entonces cuando despertó. Despertó y empezó a vivir su siguiente pesadilla: la de la vida en silla de ruedas. Si es que alguien se daba cuenta de que estaba allí, tirada en el salón de una casa de campo en las afueras de la ciudad. Totalmente incomunicada. Sola. Y todo porque él, por millonésima vez le pidió perdón con una cena romántica en un sitio romántico. Y ella lo perdonó.Por millonésima vez.
Foto del Flickr. Autor: Alfredo Lietor.
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4 comentarios:
Fíjate que el amor, probablemente el sentimiento más hermoso que puede sentir el ser humano puede a la vez ser tan peligroso, cegándonos completamente y perdiendo por completo la razón.
Muy bueno el relato, me ha encantado a pesar de la dureza de su contenido.
joer que inquietante y sordido...
que bueno!!!!!
me has puesto la piel de gallina
felicidades y besos
Acabo de escribir en un sitio la siguiente frase:
De segundas oportunidades estan llenos los cajones del arrepentimiento.
Creo que va como anillo al dedo.
Bicos.
bueno ágata.. tremendo.. me uno al druid, la frase le va genial..un beso lady!!
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