Vale, vale, seguid leyendo que no os vais a arrepentir. Incitaros a oir una pieza sacra de Mozart quizás no sea lo más atrayente del mundo, pero si os digo que el otro día conseguí que veinticinco chavales de 14 años no sólo la oyeran hasta el final sino que además aplaudieran al final, a lo mejor os convenzo.
Si hay alguna obra que me transporte casi al nirvana, el Laudate de Mozart, es una de ellas. Tiene un efecto hipnótico, perfecto para relajar.
2 comentarios:
Gracias.... me gusta... Yo es que llevo dos días de reencuentro con el Claro de Luna (originalmente conocido como Quasi una fantasia) de
Beethoven, que me suena y resuena. Me ha encantado tu propuesta para hacer un paréntesis.
besos a los 4.
Precioso. Me alegro mucho de que lo consiguieras.
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