miércoles

Aquellos ojos verdes

Su vida era aburrida.
Ya se había casado pero su matrimonio era demasiado programado. Tenía hijos que eran los que le hacían no tirar la toalla.
Del trabajo a casa. De casa al trabajo. Poco más.
Su profesión no era cualquiera. Era el encargado de devolver y mantener la vista de cuantos lo visitaban. Alguno que otro era un caso sin remedio y eso lo hacía más reservado y vulnerable.
Con lo que no contaba era con ella.
Un día cualquiera se encontró en su consulta con los ojos más misteriosos que había observado nunca. Ella se sentó y empezó a explicarle sus síntomas. Él no podía examinarla de manera normal. No podía concentrarse en lo que le decía. Eran sus ojos los que hablaban, y lo que le estaban diciendo le gustaba.
Hablaban de viajes a sitios remotos, de reuniones alegres, de personas diferentes, de música alta, de banquetes para dos en una playa por la noche...Hablaban de momentos que él nunca tuvo ni tendría.
Ella marchó para no volver. Fue una visita rutinaria, sin billete de vuelta.
Y él quedó allí, en su consulta, con su bata blanca esperando el regreso de aquellos ojos verdes...de mirada serena.

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